La Falacia de la Comparación
La trampa en la que caemos al comparar problemas menores con problemas graves es una falacia lógica. Esta sección del capítulo se centrará en mostrar la falla en este razonamiento y cómo perpetúa un enfoque miope y simplista de nuestras complicadas luchas sociales.
Al simplificar y categorizar problemas como 'menores' o 'graves', caemos en la falacia de falsa equivalencia. Esta lógica defectuosa nos hace pensar que los problemas 'menores' son intrínsecamente menos relevantes o dignos de atención que los problemas 'graves'. Esto se debe a que propone una comparación lineal simplista entre distintos problemas, como si fueran elementos en una balanza. Pero la realidad es mucho más compleja.
Apreciamos y validamos los problemas desde nuestra perspectiva que está delineada por un cúmulo de factores personales, culturales, temporales, y muchos otros. El problema que para una persona parece trivial, para otra puede ser un gravamen insuperable. La gravedad de un problema es subjetiva y depende de cada individuo, su contexto y su capacidad para afrontarlo. Reconocer esto es esencial para fomentar la empatía y el respeto en nuestras interacciones sociales.
La simplificación y comparación de problemas impide la creación de soluciones efectivas. Los problemas 'menores' pueden ser el indicio de problemas más 'graves' y sistémicos. Trivializar estos problemas puede ocultar las verdaderas raíces y la interrelación entre diferentes problemas. Además, minimizar los problemas 'menores' puede incrementar la lucha de quién lo enfrenta, generando una espiral de sufrimiento que termina siendo ignorada en el afán de centrarse únicamente en los problemas considerados 'graves'.
Por último, es crucial entender que cada problema, por menor que parezca, tiene un peso en la vida de alguien. No es ético ni eficaz priorizar unos problemas sobre otros en base a una supuesta gravedad. En vez de competir por resolver los problemas más 'graves', deberíamos esforzarnos por entender y solucionar todos los problemas, sin importar cómo los percibamos. Sólo así podremos construir una sociedad equitativa, respetuosa y empática que reconozca y valore todas las luchas.